El viajero piensa en todo
aquello que es conocimiento muerto dentro de si. Ese material de su formación que
nota que le sobra. Esa materia que aún habiéndola cursado no era de su interés.
Al igual que lo innecesario en un equipaje, o lo que sobra de un armario, intenta
detectar el lastre sin vida que carga en su camino. Y se decide a soltarlo,
convencido de que tan importante es adquirir como deshacerse de algo. El desea
acertar con las herramientas que necesita para el camino que tiene por delante,
aquellas que puedan configurar el mapa de sus propias elecciones.
Percibe
que el conocimiento en si le es ajeno, mientras que la experiencia vivida le
pertenece. “No me fío de lo que sé, pero estoy muy seguro de lo que siento.” lee
en el epígrafe de una publicación profesional en una web que le interesa. Puede
que este tramo de camino trate de desaprender. No es tan fácil. Igual hay que
desandar un tramo. Y mira que da pereza volver atrás en un camino para
desandarlo aunque ya se sepa que continuar por el no conduce a ninguna
parte.
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