sábado, 23 de marzo de 2019

lucha por tus sueños

El viajero, sabe que ha de luchar por sus sueños evitando convertirse en esclavo. “Lucha por tus sueños si no quieres que otro te imponga los suyos” le aparece de golpe en una historia de Instagram de una persona a la que conoció hace tiempo con la que ya no tiene contacto personal. Esa amenaza de que puedan imponerle otra cosa ajena a su vida le llama la atención. Como si hubiese sitio sólo para un número limitado de sueños que una vez alcanzados se imponen a otros que no han luchado lo suficiente. Él se había movido por las tesis de Thoreau “ Ve definitivamente en dirección hacia tus sueños. Vive la vida que imaginaste tener” como algo relativamente sencillo, como si todo el mundo tuviera derecho a vivir en paz su sueños. Sin embargo, el mundo a veces se pone difícil y se necesita valor y tenacidad para conseguir ser libre. Entonces piensa que el precio de la libertad a veces es un salto. También abandonar una seguridad esclava. Tener resiliencia para levantarse una y otra vez. Creer en sus capacidades aun sabiendo que son limitadas. Luchar por no adoptar el discurso de otros. Hacer  un esfuerzo por no seguir los caminos de la moda. No seguir detrás de ningún camino. Luchar por sus intuiciones, luchar.


Nota:imagen propiedad de Dinamic couple.derechos reservados. 

sábado, 16 de marzo de 2019

¿Ahora qué?


  El viajero siente pasión por la lectura. A través de ella encuentra una familia diversa de expresión, de comunicación humana y análisis del mundo entre seres que no se conocen pero que comparten intereses. Se trata de un mundo en sí mismo, conectado por pasadizos secretos con el mundo real en el que vivimos a diario. “Los libros solo tienen valor cuando conducen a la vida y la sirven y le son útiles" dejó escrito Hesse. El ama la literatura como pasión, como ejercicio de búsqueda a través de la palabra. Ha leído mucho. Ha pensado bastante. Esa determinación coincide con el momento que las librerías de su ciudad empiezan a cerrar. La ciudad va perdiéndolas poco a poco, como cuando desaparece un tipo de vida sin que se sepa cuál es exactamente el momento en que ocurrió. ¿Ahora qué? se pregunta. El viajero percibe que las cosas que han acompañado algunos de sus pasos van muriendo. Ya antes se perdieron las tertulias antiguas, luego los cafés, luego los  grandes cines… el mundo se fue acelerando y cambiando unas aficiones por otras. Cuando la gente quiere revivir algo ya no está y parece que hubiera sido una ilusión. Lo único que intentamos es salvar nuestra memoria, no el café concreto, ni el lugar recordado. Tan solo nuestra memoria, acaso nosotros mismos… Todo va cambiando y todo ha cambiado. Recuerda entonces la vuelta a la ciudad de pequeño después del verano, la ansiedad por percibir los cambios que se hubieran producido en ella, reconocibles en unas enormes vallas publicitarias cerca de su casa que invariablemente para esas fechas habían cambiado sus anuncios, configurando para su mirada de niño una nueva visión de la ciudad, un curso diferente y nuevo. 


sábado, 2 de marzo de 2019

Arraigo

El viajero, mientras camina, piensa y pospone una determinada idea de arraigo que en demasiadas ocasiones entra en conflicto con su idea de aventurero, del mismo modo que lo que hay en nosotros de clasicismo,  entra en conflicto con lo que pueda haber de tendencia romántica, aún sabiendo que todos podemos tener un porcentaje de cada cosa. También podría ser al revés, que mientras uno vive su vida con arraigo, sin sospecha alguna de inadaptación, en ocasiones se sueñe con viajar, salir, perderse, incluso huir… Al contrario que al viajero, a la persona arraigada, le interesan la firmeza de sus cimientos, la solidez de los inicios, y la seguridad de cada paso en su vida. La persona arraigada necesita prevenir, ocuparse de lo que aún no es urgente. La  propia estrategia de echar raíces es ya una aventura que genera una simbiosis con los lugares que habita. El sentimiento se encarga sin que nadie se lo pida de establecer raíces profundas con un determinado lugar del que conoce cada rincón posible. Los recuerdos también son parte del arraigo. Se trata de una conexión especial con el mundo a través de una realidad concreta. Una madre, una tierra.
A su mente le llega como pensamiento un viaje complejo, el que hizo Carmen Laforet de joven, saliendo de su isla y llegando a Barcelona. Carmen, había quedado huérfana de madre al comenzar su adolescencia, y algo más tarde inicia una serie de viajes que nunca acaban. ¿no podría ser ese viaje incesante, la búsqueda de la madre que se fue? ¿no podría representar también la necesidad del amor materno que se truncó demasiado pronto?