En las vacaciones del pasado
verano pude disfrutar de unos días en Sagres, junto con mi familia. Sagres es pequeño
municipio al sur de Portugal, un lugar de Surf, y con una naturaleza que a
nosotros nos resulta muy atractiva. A los dos o tres días de estar por allí, y
de disfrutar tanto de las vacaciones como de la belleza del lugar, me vino la
idea de escribir por las mañanas acerca de una palabra del entorno que me
llamara la atención. Fueron momentos muy agradables a primera hora, con mucha
paz y silencio, dejando que surgieran las ideas, las imágenes, las conexiones y
las sugerencias. Hice una pequeña lista
de ellas, sin mayor ambición que
reflejar el entorno y surgieron
estas:
Oleaje, azules, pueblos
blancos, huellas, memoria, vallas, aire, acantilados, pinos, surf, dulzura del
idioma, amarillos, universo, artesanía, conversaciones
en la arena, encuentros, sombras… una lista abierta que podría alargarse algo
más al igual que uno desea alargar los
días de descanso. Como no quería abarcar más de una o dos palabras al día, y
dado que es un sitio al que solemos volver con cierta frecuencia, lo dejo como
un cuaderno abierto, a completar poco a poco sin ninguna prisa, en principio
como una sección más del blog.
Mi intención era indagar en estas palabras y que representaban en mi;
palabras que me llamaban la atención,
como algo tangible y cotidiano en ese entorno, como una paleta de materiales
elementales que te encontrabas a cada paso. Por la tarde, solía buscar algunas
imágenes con la cámara alrededor de
estas palabras, y con todo ello ir comenzando un cuaderno lento y abierto, aún sabiendo que
no tendría más remedio que interrumpirlo con mi vuelta al trabajo en Madrid, pero con la sensación agradable de que
aquella naturaleza me esperaría de nuevo en la siguiente ocasión.
Me di cuenta, que existe una
conexión entre todo aquello que podemos ver y nosotros mismos, nuestro interior al que no tenemos acceso, pero que
está hecho de la misma naturaleza de aquello que observamos. Deduje, que tiene que estar lleno de belleza también,
y seguramente, lleno de lugares
inexplorados que pueden constituir un verdadero paraíso interior.
En el lenguaje poético, el mundo
interior se expresa con la propia naturaleza, con las nubes, el aire, las
estaciones, los ríos, el mar… Lo interior a lo que no tenemos acceso, toma referencias
de lo externo, como si fuera un espejo
de lo que somos. Y lo que somos, no deja de tener un punto de inaccesible, de
misterioso. Más que de conocer, trataba
de tener la experiencia de la naturaleza, de encontrar las conexiones entre un
mundo que percibimos como separado de nosotros mismos, pero que es uno con nosotros.
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