Ayer vi El cielo protector, película de hace ya muchos años dirigida por Bertolucci, basada en la novela de Paul Bowles, y que narra con poco argumento pero impresionante fotografía parte de sus recuerdos y andanzas por Marruecos y el Sáhara. Algunas sensaciones de luz norteafricanas, son las que he sentido aquí representadas en esas piezas laberínticas de Cristina Iglesias, donde como en una buena novela ella es capaz de hacernos vivir sensaciones, luces y espacios imaginarios que no ocultan los referentes de donde vienen o se inspiran. De este modo Cristina, va realizando unos tejidos bien con barro o con materiales sintéticos, que nos remiten a otros lugares o a otras épocas, de las que forma parte la historia del hombre, entendida como algo vivo, desde que el hombre habita la tierra, o incluso antes de podérsele llamar ser humano.
Los
africanos tienen una conexión muy especial con la vida, una
vida muy ligada al elemento tierra y muy pendiente de protegerse de un cielo a
veces muy bello a veces muy cruel. Las casas en algunas zonas de estas regiones
son una prolongación del paisaje, como si el barro tomara forma de un modo muy
natural y el hombre y sus actividades formaran parte del entorno casi sin artificialidad. Ver ese barro, tan próximo a los pies, ese
hombre tan pegado a la tierra y tan pendiente del cielo, y esos efectos de la
luz, llenos de belleza sobre las construcciones, generan una focalización de
los elementos más básicos con los que los seres vivos interaccionan con la vida.
Elementos básicos que en el caso del ser humano permiten que funcionen como referentes a nivel imaginario, espiritual
o mental, dependiendo exclusivamente del interlocutor que contempla de un modo tan aislado estos elementos
que pueden alcanzar un valor superior o simbólico a todos los efectos.
El
cielo a veces parece sólido, dicen en la
película, y esa sensación tan material del aire y de la luz, es una vivencia sensorial
muy especial de todo el norte de Africa,
capaz de seducir a innumerables artistas, fotógrafos y escritores, donde puede percibirse el aire y su luz como materia casi táctil, o al menos como algo
de cuya presencia hacerse consciente. La
luz, es algo cuya búsqueda es innata por el hombre, pero en este caso, al
contrario de las zonas del norte de Europa, hay que protegerse de ella, evitando que entre
directamente a los espacios. Esas protecciones hacia la luz, como las simples
empalizadas de cáñamo que uno puede ver en las estrechas calles de la medina de
Marraquech, generando un ambiente mágico en su interior, o esas celosías de
barro donde uno puede hacerse consciente
de su presencia, tanto en la vida cotidiana y doméstica como en la vida mística de sus construcciones
religiosas, a través de sus matices, de la magia de las sombras, o de la transformación
visual del espacio, son sensaciones que uno puede sentir representadas en algunas de las piezas de esta exposición.
Este
punto de partida, puede explicar en parte la complejidad de esta artista, donde
sus obras hacen referencia a
percepciones y sensaciones, realizadas en determinadas partes del
planeta, sin que por ello se centre en un solo estilo o en una sola referencia
cultural o climática. La luz, tratada como un material más aparece en sus primeras obras, investigando sus posibilidades de
transformación a través de los vidrios,
o de los materiales translúcidos como es el alabastro, y enlazando en este
sentido también, con las construcciones cristianas del gótico o del barroco, con la magia de los
vitrales, o con la teatralidad de los transparentes de las iglesias del
barroco, con esa magia poderosa a efectos dramáticos de la luz cenital.
Al
dar el protagonismo a la luz como material propio fluido y transformable, haciéndolo
centro de atención en una parte importante de sus obras, los diferentes estilos y referencias culturales son diversos,
incidiendo en una idea que desde mi punto de vista subyace en todo esto y es
que la luz es un referente universal por encima de culturas y tiempos. A través
de la exploración de las posibilidades de interacción con diversos
materiales, que la reflejan, la absorben o
en algunos casos permiten ser traspasados, va revelándose un afán experimental e investigativo
incansable, donde la propia luz va descubriendo las cualidades del material
natural o creado por ella como son las celosías, a través de las sombras o los
reflejos producidos, que van fluyendo por los distintos planos del espacio.
Exposición de Cristina Iglesias: METONIMIA. Centro de Arte Reina Sofía. Hasta 13 Mayo 2013
Exposición de Cristina Iglesias: METONIMIA. Centro de Arte Reina Sofía. Hasta 13 Mayo 2013
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