domingo, 13 de enero de 2019

Willem y Elaine



Ella, con una tristeza lúcida, sostiene a su pareja mientras el queda sumido en un sueño. 
Los dos son pintores con reconocido lugar en la historia. 
Ella mantiene los ojos bien abiertos, los de la observación y el asombro, a medio camino entre la empatía y su propio mundo. El cerrados, directamente en su mundo. 
Una mano a medio camino entre el amor de pareja y el instinto maternal, sostiene la mejilla del mundo interno de Willem, ya en proceso de deterioro por el Alzheimer. Nadie dijo que el talento aminorara la tristeza. 
Hay sensibilidad y cariño en la mano de Elaine y sin embargo sabemos que su trazo es de expresión firme nacido de una mano llena de ternura. 
Durante muchos años la pintura de Willem fue expresión hacia fuera de lo que nos hace daño dentro. Expresión del  veneno. O la rabia. O el dolor. No sabemos que….Algo que le hacía daño en su ser. En los últimos años su pintura se despojó de todo eso, y quedó tan solo la belleza del trazo, la armonía, la sensibilidad. 
Sin embargo, la memoria perdida no sé si le permitió disfrutar de ese lugar tan bello, que era su propio ser. Su rostro me transmite la paz, de quien no la ha tenido siempre. 
La luz ilumina un lado de sus caras. Irremediablemente la sombra invade el otro.
Atrás queda todo lo vivido, lo fumado, lo reñido, lo bebido, lo sufrido, lo gozado. 
En el presente lo amado.


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