Es una nueva sección que ahora abro
dentro del blog -con vocación de cuaderno de apuntes- en el que a base de
palabras, conceptos, frases, conversaciones inacabadas, presentimientos, notas
sueltas, etc queden registradas sin orden predeterminado, pequeñas entradas de un
tiempo concreto de mi vida y de la circunstancia de la que formo parte. En concreto del tiempo que va del año 2015 al 2016 y por concretarlo aún más de un otoño a otro a
otro. Lo hago así por varias razones. Una porque llevaba tiempo quejándome de
falta de tiempo para escribir, y ahora esta idea me permitirá escribir
entradas más cortas y libres, y acompañar con algo de escritura este curso, de
modo que así doy por finalizada una queja, pues si algo detesto es la queja que
no pone remedio a sus propios males. Por otra parte, hay una idea en la que me interesa indagar, dejar
reflejados algunos apuntes (fotografiar instantes) para que una vez puestos en
la pantalla y con esa contigüidad que da el tiempo y las cosas que se ponen al lado de otras, interesarme por la posible interacción de lo que no esperaba, comunicar lo que viaja dentro de uno, crear lo que antes no estaba, o bien dejar ahí
puestas intuiciones, preguntas, etc que
se sospechan pero que uno no se ha puesto a comprobarlas o a formularlas.
Esa superposición de temas fragmentados,
quiero que sea un reflejo de la configuración de nuestra propia vida en la era
de la velocidad y de la globalidad de la información, de la que somos
beneficiarios y a la vez víctimas. Una información que viaja muy rápidamente
mientras las cosas cambian, mientras nosotros también cambiamos. En general, tengo la impresión de que el
tiempo de nuestras vidas se ha acelerado, con respecto al de generaciones
pasadas. Se hacen muchas más cosas en menos tiempo. Parece que el tiempo nos
arrastra como la corriente de un río hacia una prisa que no sabemos bien a dónde
se dirige. La posibilidad de sosegar el tiempo que te ofrecen tanto la lectura
como la escritura, es una de las razones que más me impulsan a buscar nuevas
ideas y nuevos espacios para seguir escribiendo. Y así, procurando hacer de la
necesidad virtud, de aquello que sinceramente echo de menos, ese tiempo que
aprecio y que seguramente añoro, le he
querido hacer protagonista o al menos hilo conductor de este cuaderno. El propio título, -mientras estemos vivos- es
un homenaje a nuestra convivencia con ese presunto desconocido que es el
tiempo.
Espero que el tiempo me sirva como trama, como un espacio vivo, aunque
el tiempo haya pasado o aún no haya
llegado. Tengo la intuición de que el tiempo no muere, y que lo que uno hace es
simplemente detenerse en él para que una
vez detenido y con las herramientas de
que dispongo, la palabra, la razón y el sentimiento, poder poner por escrito,
las percepciones sucesivas de un año de mi propia vida y del tiempo en el que
se inscribe.
Pequeños instantes, preguntas puntuales, observaciones
que pasan por la mente, fragmentos de un tiempo mucho mayor, con la única
intención de constatar que el universo que somos cada uno y todos,
continúa vivo.
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