lunes, 7 de enero de 2013

el azar y el reloj


Mi padre gracias a un cabeza excelentemente ordenada y a sus costumbres diarias precisas y engranadas como un reloj, fue a lo largo de su vida muy previsor , y gracias a ello el futuro y la incertidumbre parecían anularse el uno a la otra, como quien despeja una incógnita pasándola al otro lado de la ecuación, de un modo quizá metódico pero a la vez bastante seguro y constante. Mi madre, en cambio, siempre ha disfrutado de lo contrario, de ese margen casual que te da la vida, de ese encuentro inesperado, de esa conexión imprevista, de esa salvación en el último instante, o de un posible milagro cuando uno está  desahuciado.

Entre lo previsto y lo imprevisto se ha ido construyendo mi vida, acompañado del rigor que puede darte una formación politécnica y también acompañado de ese margen etéreo y a veces difuso con el que pueden acompañarte el arte y lo espiritual.

Antes de ayer, día cinco, y casi entrada la noche, recibo la llamada de mi madre para decirme que le falta un regalo, que no le ha dado tiempo a comprar. Me tantea, para ver si me ofrezco a comprarlo aclarándome  que luego me lo paga y aunque estoy a más de quince kilómetros del Corte Inglés me ofrezco a hacerle  el favor, a pesar de que me había propuesto no hacer ninguna compra el día cinco. Resuelto el encargo, aún me sobra algo de tiempo, así que me entretengo vagueando por donde los libros. Me gusta ver las estanterías llenas de libros brillantes con el atractivo de lo nuevo, como aquellos paquetes de tabaco intactos a los que con gusto quitabas el plástico, presintiendo un placer adelantado, de modo parecido me gusta sentir en mis manos un  libro, disfrutar su portada, hojearlo ,ver de que va.

Algunos se me caen de las manos y otros, sin saber por qué me enganchan, sin que ello signifique ni mucho menos que sean buenos o malos. Me llama la atención, Paul Auster, poesía completa.
Había leído con gusto Brooklyn  Follies, hace ya años, había visto su película, La vida interior de Martin Frost y su sólida formación en todo aquello relativo a la filosofía. Pero ignoraba su aficción por la poesía y me alegra descubrirla. La hojeo, versión bilingüe, y me apetece tanto como uno de aquellos paquetes de tabaco de bastantes años atrás.

Casualmente, el poema que he abierto al azar habla de hielo….hace una semana yo había plasmado en un escrito lo mismo, procurando dar significado al frío, unir la incertidumbre de lo que se sueña, con la realidad de lo que pasa.  Es como si me estuviera esperando. Es esa conexión de mi madre, es esa casualidad milagrosa de lo inesperado…pero si leo bien el poema, también está el reloj de mi padre, su envidiable orden con el que las cosas se suceden. Me gusta verlos unidos en mi presente a los que fueron en su momento  Reyes Magos en mi niñez, me gusta verlos integrados en este poema que he abierto casualmente como podía haber cogido otro, pero que  ha hecho resonar en mí tanto el azar como lo que ya estaba dentro, para continuar cargando la vida de nuevos significados que sinceramente nunca sé por donde y cómo me han de llegar.  


Hielo (quiere decir
que ya nada es milagro,
si ha de ser lo que será: tú
eres los medios y la herida), hielo
saliendo de entre el hielo, y su cadencia
traspasando la tierra roma
donde los cuervos merodean. Dondequiera
que caminas, el verde te habla, resiste. /El silencio
sostiene al invierno frente a frente
con la primavera.

1 comentario:

  1. Muy bueno Enrique... me gusta mucho este post! Un abrazo, Gretel

    ResponderEliminar