lunes, 1 de octubre de 2012

La vibración de los árboles.


Cuando yo era pequeño, a primeros de los setenta, los grupos musicales de jóvenes tenían nombres como recién salidos del campo que hoy nos pueden parecer muy ingenuos, Mocedades, Trigo Limpio, Aguaviva, Nuestro Pequeño Mundo…. Había una apelación a la bondad, como hilo conductor, que se perdió pocos años después en el que el nombre de los grupos fue cambiando, en beneficio de lo creativo en si, sin ninguna apelación moral o catequizante. 
En esos grupos, los coros, los grupos de amigos, compartían la emoción de verse juntos chicos y chicas, inclusos provocando parejas entre ellos que más tarde podrían ser el germen de una nueva familia. Las canciones podían valer en muchos casos para la radio, o para misa, como aquellas animosas canciones de Maria Ostiz, porque la radio y la misa eran a menudo parte de lo mismo.  
En ese contexto cultural, recuerdo haber presenciado de niño un concurso de canciones en uno de esos encuentros de juventud y tiempo libre, a los que podíamos ir por Navidades en los recintos feriales que entonces quedaban por la Casa de Campo y  que fue ganado por un dúo de dos chicas jóvenes de voces bien acompasadas, cuyo estribillo era algo así como " A los árboles los mueve el viento y a los enamorados el pensamiento."
Esto que ahora puede parecer cursi y extraño, era normal. Versos pueriles, pero que en el fondo, con otro formato han continuado en las letras de toda la música pop, que es la que se encarga de nuestra educación afectiva, de hacer de los sentimientos amorosos, algo global. Y este verso, a base de oírlo como 30 veces en la canción, se me quedó grabado, como otros muchos, porque en la niñez el amor es algo que se atisba, algo que queda muy cerca y muy lejos, como saber cuando eres niño que llegará un día que puedas viajar solo en ascensor cuando cumplas 14.
Hace un tiempo, no sé donde, leí que a los árboles no les mueve el viento, sino ellos mismos. La ciencia es una historia de negaciones, de equivocaciones sucesivas, que al igual que el amor nos van complicando la vida. Esa vibración de hojas que a veces observamos, es una sacudida que el árbol realiza para liberar un exceso de energía. La vibración del árbol no ha pasado desapercibida a los finos poetas, como a Jorge Guillen (un alamo vibró, las hojas plateadas sonaron con amor) o a ese poeta del hierro que fue Chillida que dejó escrita esta sutil observación: Algo que yo no sé sabe la hoja que vibra en aquella rama.
En cuanto a los enamorados, ¿es el pensamiento lo que les mueve? De momento la ciencia no ha dicho otra cosa. Un pensamiento en forma de obsesión, del que en el fondo las canciones nos han seguido diciendo cosas parecidas: me cuesta tanto olvidarte, si volviera a nacer, no hago otra cosa que pensar en ti, me muero por conocerte etc.
¿no será la toda la música y sus letras lo mismo que les pasa a los árboles, la forma de liberar energía, energía enamorada?

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