Siempre me han atraído los
dibujos realizados a línea, en la que se sintetiza todo lo que se quiere
representar, desde la expresión de un rostro, la belleza de un perfil, o la
definición sugerente de todo un espacio.
No es patrimonio exclusivo de los buenos pintores, que también han incidido en ello (recuerdo excelentes
dibujos a línea de Picasso, de Matisse o de Vang Gogh…) sino de muchos más
creadores de otros campos artísticos como es el caso de los dibujantes de
comics, algunos directores de cine o escritores,
y también arquitectos como Alvaro Siza y muchos otros compañeros de esta profesión
entre los que destacaría al polifacético Le Corbusier. Percibir y saber trazar
la línea que define los volúmenes y las expresiones es un don y adquiere una doble vertiente que puede ir
desde la representación simplificada en esa sencilla línea de un modelo visto o recordado viajando a través de
la mano hasta el papel, o bien sin una referencia externa directa, viajando desde algo imaginado que surge en el
interior de la mente y que se materializa en un trazo nuevo y único que queda
representado en un papel o construido en el espacio.
Ese sentir de un modo
singular la fluidez de una línea propia, la libertad de hacer un trazo propio,
de dibujarlo en un papel o bien de construirlo espacialmente, es algo que
enlaza en la modernidad los intereses de algunos pintores, escultores y
arquitectos, y en particular está muy presente en el caso de Alvaro Siza. En
toda la tradición pictórica oriental la importancia de la línea es decisiva
pero en la pintura moderna occidental la atención a la línea empieza a aparecer en Van Gogh Cezanne y Matisse en cuyos cuadros toman autonomía el mundo de los contornos frente a las masas
de color procurando dejar huella de la expresividad de su propio trazo en la
manera de ir cubriendo o de ir conformando esas masas. Años más tarde aparecen
en escena Paul Klee y Kandisky que combinan líneas y masas con
total libertad y expresividad, como dos mundos que pueden superponerse,
complementarse en la mente de quien percibe la obra. Posteriormente y ya dentro
de la abstracción geométrica pura, tenemos la obra del pintor español Pablo
Palazuelo, donde la línea es generadora de planos y de espacios incidiendo en
la capacidad de la psique de generar familias de formas planas o espacios desde una geometría diferente al
orden clásico. En el campo de la escultura
un proceso paralelo sería toda la obra
de Chillida, donde el trazo o la línea vuelven a ser generadores de formas y
espacios, que van llenándose de un contenido espiritual o humano con ideas como
encuentro, diálogo, apertura, relación con la naturaleza etc.
Volviendo al campo de la arquitectura, me he detenido un momento en los excelentes dibujos de Alvaro Siza. En el propio dibujo a línea tan preciso de su rostro, está contenido su propio pensamiento, la imagen de un hombre que no mira hacia afuera, sino que está pensando, que está en su mundo interior, en esa fuente de trazos y de espacios que es la visión interior, tan propia del hombre creativo o del artista.
Volviendo al campo de la arquitectura, me he detenido un momento en los excelentes dibujos de Alvaro Siza. En el propio dibujo a línea tan preciso de su rostro, está contenido su propio pensamiento, la imagen de un hombre que no mira hacia afuera, sino que está pensando, que está en su mundo interior, en esa fuente de trazos y de espacios que es la visión interior, tan propia del hombre creativo o del artista.
En sus dibujos hay una tendencia a buscar la máxima
continuidad de la línea, a resolver en un único trazo lo máximo posible. Lo
mismo en sus arquitecturas, un trazo largo al que le ocurren cosas, un solo
trazo que se quiebra, se prolonga, se dobla, se curva configurando a su modo el
espacio, como si hubiera nacido todo él de un solo proceso que lo unificara.
Dibujar de alguna manera se
convierte en re-correr la imagen con la línea, y esa misma actitud aparece
luego en la propia obra; ya en sus dibujos hay algo de su arquitectura, el zig-zag
de la solapa, la expresión de mucho con muy poco, la economía de medios y esa capacidad de pasar de la imagen a la línea y viceversa, de pasar de la línea, de lo
que ha nacido de la imaginación al espacio construido. El hecho de que en la
línea pueda estar contenida toda la expresión, la energía de lo captado y a la
vez algo interno de la propia persona que la realiza me resulta algo así como
una defensa de lo singular, de lo único de cada persona, frente a lo seriable,
a lo que podría ser realizado por una máquina.
Quizá la línea, el propio
trazo y la escritura a mano, son una parte más de la inteligencia, de lo único
de cada creador, que como un sello personal del individuo y del artista se
revela en la capacidad de tener y de disponer de un determinado trazo. Y esa es
una de las razones de ser del artista, la defensa de lo singular de cada uno,
frente a la normalización o la repetición impersonal de las cosas. La
comunicación a través de la obra , de un mundo propio y personal, que nos llega
a través de las diversas artes que
comparten la necesidad de surgir de un simple trazo.
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