tan
solo das la vuelta en el tatami, porque no puedes pisar fuera de él,
así
que giras con la mayor gracia que dispones,
haciendo
de tu giro algo en el que tomas tu tiempo,
y le dices al mundo:
mira,
mientras descanso de hacer dificultades,
mientras
cambio mi dirección para hacer otra dificultad,
yo
me explayo,
y dejo que veas parte de mi alma,
mi
personal universo, que no es otro que el universo mismo.
No, no empiezas de cero,
y
quiero que sepas mi tesoro
que
mientras tomas aire para seguir,
dejando
en libertad tu alma para expresarse,
en
medio de las dificultades que para ti son retos,
yo
tomo ese regalo del tiempo que te tomas
con
la ilusión intacta
del
niño que contempla el descanso del frío
en
la calma casi ingrávida y sin prisa
que
va formando con magia
la
vida propia
de
cada copo de nieve.
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