viernes, 1 de marzo de 2013

Granada y la nieve


"Lo blando es más fuerte que lo duro, el agua más fuerte que la roca, el amor más fuerte que la violencia." Hermann Hesse.

 
No es frecuente una buena nevada en  Granada, encantadora ciudad a medio camino entre la montaña y el mar. Acostumbrada a recibir la nieve en el Mulhacén, y que le llegue ya derretida en forma de agua,esta fugaz nevada ¿Qué nos querrá decir? Hace mucho que no voy y tengo que echar mano de mis recuerdos. En ellos voy por una  cuesta,  subiendo hasta la Alhambra, disfrutando de sus quiebros, de sus recodos, de ese barro hecho arte que es Granada. Agua y tierra juntas, formaron ese barro, con el que los árabes, moldeaban sus cerámicas, haciendo posible aquí mismo el universo reflejo del paraíso que es la Alhambra.

En esa cultura del barro y el esmalte, de la escayola moldeable, en definitiva de lo blando y adaptable, forjaron un mundo lleno de belleza, donde el número, llave de la mística, era una extensión hasta el misterio de lo infinito del universo de esas lacerías, artesonados, y cúpulas inigualables.

Allí, después de un viaje en Vespa por todo el sur, me planté en la Alhambra, entre lo que mis ojos veían, y lo que sabía de mis estudios, sin saber muy bien que veía antes, si mis ojos nuevos como de niño, o mis ojos formados de estudiante.
Allí, en esas extensiones de agua, donde se reflejaban los edificios, haciéndolos más verdad, en ese mundo de acequias, fuentes y estanques, quiero recordar que  me encontraba  feliz,  en un lugar mágico hecho para el deleite de los sentidos, armonizándolos , y curándome seguramente de algún desamor del que no me importa acordarme.   

Y es que el agua en su camino al mar, se encuentra con la Alhambra, igual que en nuestras vidas nos encontramos con el amor, seguramente lo más mágico que nos ocurre, donde de alguna manera también llegamos a sentir algo del cielo en la tierra, algo de su reflejo en los estanques, algo del aroma de los partales.

El agua, que fue nieve o hielo, esperando en un invierno necesario, fue derritiéndose, en los manantiales, y llegando  con gracia a este palacio, metiéndose por sus recodos. Esa agua blanda, sin forma, tuvo su  geometría en la nieve, en la belleza fractal del cristal de cada copo, con su forma mágica que en algo me recuerda a estos techos. Luego se derrite, como quien tira de una cuerda y se deshace un nudo, quedando en nada aquellas formas. Y así derretida, el agua en su camino al mar, se encuentra con el jardín, lugar sin duda para el amor.

Un jardín, que cuidar. Un jardín, que puede ser el paraíso. Algo hermoso que le ocurre a tu vida en el trayecto. Ahora medio oculto y  cubierto por la nieve, con toda la magia cercana, como una Navidad retrasada, como una montaña adelantada, en cualquier caso un  regalo que trae esa emoción inatrapable de los momentos únicos y difícilmente repetibles.

No hay comentarios:

Publicar un comentario